Apuntes sobre neurociencia y toma de decisiones
Texto

La neurociencia es, por mucho, la rama más excitante de la ciencia, porque el cerebro es el objeto más fascinante del universo. Cada cerebro humano es diferente, hace a cada ser humano único y define quién es”.
Stanley B. Prusiner (Premio Nobel de Medicina, 1997).
Se denomina toma de decisiones (TD) al proceso sistemático de elección entre un conjunto de posibles alternativas y la información disponible, y que generalmente define un modo de acción o una idea.
A lo largo de la historia se ha considerado a los seres humanos como seres racionales. Ya los pensadores de la antigua Grecia consideraban que las decisiones humanas eran producto de un cuidadoso análisis y se basaban en el razonamiento. A partir de esta idea, tradicionalmente, se han utilizado modelos en los que suele darse por sentado que las personas analizan los posibles pros y contras desde la perspectiva del interés propio y, luego, toman una decisión meditada y racional.
Esta forma de pensar se ha mantenido, sin fluctuaciones, a través de la historia, ya que, desde el origen de la existencia del ser humano éste se ha visto en la necesidad de tomar decisiones constantemente: desde qué comer, hasta qué hacer con cada aspecto y en cada circunstancia de su vida. Decisiones que varían en intensidad y magnitud, desde las más simples hasta las más complejas y dicotómicas. De esta manera, tomar decisiones es una tarea cognitiva de gran importancia para los seres humanos, directamente relacionada con, casi nada, la adaptación, la supervivencia y la reproducción.
Este enfoque puede resultar sólido y útil, pero en muchas ocasiones presenta un serio defecto: ignora los factores psicológicos y sociales que influyen en la conducta. Las personas no somos fríos autómatas. Por el contrario, somos actores emocionales e influenciables, cuyas decisiones se ven afectadas por nuestras vivencias, normas, redes sociales y modelos mentales compartidos. Factores todos ellos que contribuyen a determinar lo que percibimos como deseable, posible o incluso imaginable para nuestras vidas.
Nuevo enfoque
En las últimas décadas, las numerosísimas y multidisciplinares investigaciones acerca de las bases anatómicas relacionadas con el proceso de TD validan la existencia de una compleja red neural que sirve de soporte a este complejo proceso que, además de a la razón, involucra a las emociones, una de las características esenciales de la experiencia humana normal que todos experimentamos, que le dan color a nuestro estado mental y que, además de ayudar a tomar decisiones, contribuyen a predecir y a emitir juicios, formar intenciones y planificar nuestras acciones. Procesos que no podrían realizarse sin una carga emocional: sin emociones no hay racionalidad.
Todas las emociones se expresan mediante cambios motores viscerales y respuestas motoras y somáticas estereotipadas, sobre todo, movimientos de los músculos faciales, observándose claramente en comportamientos tales como la evitación, cuyo principal activador es el miedo, o la aproximación.
A la hora de tomar una decisión creemos que somos libres en nuestras elecciones, pero experimentos recientes han mostrado que eso probablemente no sea cierto, ya que mucho antes de tomar una decisión la intuición ha puesto en marcha a nuestro cerebro de manera inconsciente y, por tanto, desconocida. De hecho, técnicas de imagen cerebral, como la resonancia magnética funcional, han permitido a los científicos saber de antemano lo que un sujeto va a decidir observando la actividad inconsciente de su cerebro.
Tanto las emociones como la intuición son adquiridas a partir de nuestro propio devenir y de nuestras experiencias personales y sociales. De este modo, una parte importante de los factores que ayudan a que nos decidamos están influidos por una amplia variedad de factores, incluyendo la cultura, la educación, la personalidad y el contexto. Elementos que configuran las predisposiciones mentales de cada persona, llamadas sesgos cognitivos: atajos mentales que evolutivamente han sido útiles porque nos han permitido tomar decisiones de forma más rápida. Casi 200 rigen nuestro pensamiento cotidiano. Sin olvidar que las decisiones también pueden ser influenciadas por el estrés, la incertidumbre, la necesidad de tomarlas rápidamente, la presencia de opciones aparentemente igual de atractivas, la falta de información o los conflictos internos o externos.
Debemos tener en cuenta que los seres humanos tenemos una gran capacidad para resolver problemas nuevos al generalizar a partir del conocimiento existente e inferir nuevas soluciones a partir de unos pocos datos, lo que, muchas veces, nos conduce a errar y/o tomar malas decisiones.
Además, las conexiones neuronales cambian con el uso o desuso de éstas. Cuando retenemos información que no se utiliza, las conexiones neuronales se van debilitando hasta que desaparecen. Igualmente, cuando aprendemos algo nuevo creamos nuevas conexiones. Todos aquellos aprendizajes que podamos asociar a otros conocimientos o sucesos vitales, nos serán más fáciles de recordar e influirán en nuestra TD.
El proceso neurológico de toma de decisiones
Este complejo y multifacético proceso involucra la interacción entre diferentes áreas cerebrales y sistemas neurológicos a través de dos diferentes sistemas:
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Uno que se relaciona con la intuición (sistema práctico). Nuestro pensamiento es, en gran medida, automático, y depende de lo que llega a la mente con el menor esfuerzo posible. Adoptamos la mayoría de nuestras opiniones y decisiones de manera involuntaria o sin una evaluación consciente, basándolas en hábitos previamente establecidos o en una respuesta automática a un estímulo. Está muy relacionado con la actividad de la amígdala cerebral y sus redes neuronales y, frecuentemente, tiene una carga emocional.
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Otro que tiene que ver con el pensamiento reflexivo o razonamiento (sistema analítico). Se hace de forma deliberada, es más lento, requiere esfuerzo, es emocionalmente neutro y en él participan áreas y conexiones neuronales pertenecientes al córtex prefrontal.
El sistema 1 es el que se usa generalmente, ya que, por medio de la practica prolongada (experiencia), hace que la intuición adquiera destrezas notables que pueden producir soluciones de forma rápida y con poco esfuerzo. Mientras que el sistema 2 conlleva mayor gasto energético y cognitivo.
Desde un punto de vista anatómico, la corteza prefrontal (CPF) es la región cerebral de mayor importancia a la hora de delimitar las bases neurales implicadas en este proceso. Estructuralmente, la CPF está compuesta por 3 subregiones cerebrales: la corteza orbitofrontal (COF), el córtex cingulado anterior (CCA) y la corteza prefrontal dorsolateral (CDL), las que, en estrecha relación con otras regiones, como el tálamo, la amígdala, el cerebelo y los ganglios basales, garantizan un adecuado proceso de TD.
La figura siguiente muestra las principales áreas implicadas en el proceso de TD y las interconexiones entre las regiones teniendo en cuenta los distintos circuitos abordados. Con líneas continuas se muestran las regiones con mayor grado de conectividad y con líneas discontinuas aquellas que participan fundamentalmente en situaciones de incertidumbre.[1]

Veamos, con más detalle, algunos de los procesos y áreas clave involucrados en la TD, mediante el acto de compra en un supermercado:
1.- Evaluación de opciones
El COF es una estructura importante para las decisiones relacionadas con los incentivos positivos (ganancias), así como las situaciones emocionales asociadas a los resultados de las elecciones. El COF posee conexiones con otras estructuras relacionadas con la TD (p. ej., la CDL y la CCA). Además, posee una elevada conectividad bidireccional con el córtex de asociación temporal, la amígdala y el hipocampo; ejerciendo una fuerte influencia en el procesamiento emocional.
El tálamo se encarga de integrar la información que llega de nuestros sentidos y dirigirla al CPF, donde se integra la información sensorial junto a la empírica, y se evalúan las diferentes opciones, preferencias y restricciones personales y la selección de la mejor acción.
El sistema sensorial recibe información sobre los productos disponibles en el supermercado y la envía al cerebro para que procese y evalúe las características y las ventajas de cada opción.
2.- Regulación de las emociones
El sistema límbico, la red de neuronas encargadas de procesar las emociones, es complementado por otras áreas del cerebro como el hipotálamo y el hipocampo. El hipotálamo es el encargado de liberar todas las hormonas necesarias para sentir emociones, mientras que el hipocampo controla los procesos mentales relacionados con la memoria, y con el recuerdo de situaciones que nos generan emoción, de forma que podamos recordarlas. Esto nos permite recordar y memorizar las experiencias más trascendentales de nuestra existencia, que influirán más tarde, como ya hemos visto, en nuestro modo de actuación.
La amígdala también forma parte del sistema límbico y es el principal núcleo de control de las emociones y sentimientos en el cerebro. Está vinculada a la respuesta emocional que despiertan las situaciones experimentadas y controla las respuestas de satisfacción o miedo.
Estas estructuras cerebrales ayudan a determinar qué opciones son emocionalmente atractivas o desagradables. Lo que unido a la conocida peculiaridad de la amígdala de poseer un acelerado nivel de habituación frente a los estímulos, permite comprender el papel que desempeña esta región frente a situaciones de decisión novedosas que requieren evaluaciones rápidas que garanticen respuestas adaptativas inmediatas y su influencia en las etapas preliminares e iniciales de la TD.
El cerebro evalúa las preferencias personales, las restricciones dietéticas y las necesidades actuales (por ejemplo, si se tiene hambre o no) para determinar qué opciones son más atractivas.
3.- Evaluación de riesgos y recompensas
El COF, involucrado en el procesamiento de la información sensorial, y el núcleo accumbens son responsables de la evaluación de riesgos y recompensas. El poco conocido núcleo accumbens, mediante cambios emocionales, variaciones cognitivas, factores motivacionales y movimientos motores, controla la voluntad para convertirla en una acción. De esta manera, cuando todos estos factores nos empujan a desear algo específico, sentimos la necesidad de conseguirlo. Por lo tanto, se trata del sistema que gestiona las conductas de búsqueda del placer.
Estas áreas del cerebro ayudan a comparar diferentes opciones, a identificar patrones, a determinar qué opciones son más seguras o arriesgadas, y cuáles tienen un mayor potencial de recompensa.
Se procesa la información sobre cada opción (envase, ingredientes, precio, valores nutricionales…) y la compara.
4.- Memoria de trabajo
El córtex prefrontal, la corteza parietal y el cerebelo (que además de coordinar los movimientos voluntarios, el equilibrio, la coordinación y la postura, está implicado en las representaciones internas de las distancias geográficas y de los eventos temporales y desempeña un importante papel en el desarrollo de los procesos atencionales y el estado de ánimo) trabajan juntos para mantener en mente varias opciones y recuerdos relevantes mientras se toma una decisión. Ayudan a recordar las características de cada opción y a compararlas mientras se decide.
Finalmente, el cerebro integra toda la información evaluada y decide qué opción es la más adecuada en ese momento.
5.- Regulación del cuerpo y el estado emocional
El sistema nervioso parasimpático y simpático regulan la fisiología del cuerpo y el estado emocional de la persona, pudiendo asimismo influir en la decisión final.
El cerebro también puede involucrar a otros sistemas, como el sistema nervioso autónomo (controla los músculos de los órganos internos como el corazón, los vasos sanguíneos, los pulmones, el estómago y los intestinos; y las glándulas salivales y sudoríparas), para ayudar a regular las respuestas corporales y emocionales. Por ejemplo, si estamos ansiosos o estresados, podemos ser más propensos a tomar una decisión basada en emociones en lugar de en la lógica.
El cerebro envía señales a nuestros músculos para que tomemos acción y compremos el producto que hemos decidido.
En resumen, la TD (la decisión de comprar cualquier cosa) no es un proceso lineal. Es una combinación de elementos biológicos, psicológicos y sociales, que puede ser influenciada por una amplia variedad de factores. Implica un proceso complejo en el que varias áreas y procesos neurológicos interactúan para ayudar a la persona a evaluar diferentes opciones, regular sus emociones, evaluar riesgos y recompensas, recordar información relevante y regular su estado fisiológico y emocional. Todo aquello que influye en tu decisión de leer este artículo hoy diferirá de lo que te afectaría si lo leyeras mañana. Por eso es tan importante conocer cómo interactúan para comprender mejor cómo funciona el proceso de TD en el cerebro..
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[1] Y. Broche-Pérez, L.F. Herrera Jiménez y E. Omar-Martínez. Bases neurales de la toma de decisiones. Neurología. 2016;31(5):319—325.
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Publicado el 21 marzo, 2023 en Aprendizaje, Emoción y etiquetado en aprendizaje, cerebro, emoción, intuición, neurociencia, toma decisiones. Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.
Me dejas anonadada con este artículo.
Aunque, tal vez, ya estuviera predispuesta antes de empezar a leerlo.
Mi elección tendrá un resultado… Espero satisfactorio.
¡Gracias!
Muchas gracias por tu comentario. Sois muy pocas personas las que dejáis testimonio y vuestra valoración.
Espero descubrir cuál será tu elección.