Archivo del Autor: Ángel Álvarez
Aunque no es para todos, el teletrabajo llegó para quedarse
El teletrabajo no se instaura de un día para otro. Requiere políticas, tecnología y un liderazgo y dirección que no se improvisan.
Las duras circunstancias actuales de pandemia y confinamiento, que nos han obligado a recluirnos varios meses en nuestras casas, le han dado un protagonismo inusitado al teletrabajo[1], convirtiéndolo, en algunos casos por convencimiento y en la mayoría por obligación, en uno de los pocos recursos que han permitido a muchos trabajadores mantener su actividad profesional y la relación laboral con sus empresas y clientes.
De repente parecía que se había descubierto la solución mágica. Pero, tal y como se ha llevado a cabo, en muchos casos simplemente trasladando, sin más, el presentismo laboral (ese vicio tan extendido en el que hay que estar en el puesto de trabajo, horas y horas, aunque no se rinda) a los hogares, controlando a los trabajadores a través de videoconferencias y con llamadas, correos y mensajes a cualquier hora (es decir, haciendo lo de siempre: trabajo presencial pero a distancia), parece que, como casi todo lo que se hace repentina, apresurada e improvisadamente, “este teletrabajo” está muy lejos de lo que debe ser. Convirtiéndose, para muchos de sus sufridores en una resignada desgracia, que, ojalá, desean, se acabe pronto. Tengamos en cuenta que, además, muchos debían cuidar de sus hijos, al no poder asistir al colegio, o de familiares enfermos, que no tenían cabida en los saturados hospitales.
Salgamos de Matrix

En Matrix (hermanos Wachowski, 1999) la humanidad vive en una realidad, que supone real, creada por máquinas y que no es más que un perfecto decorado virtual. Eso sí, perfectamente creíble. Solo unos pocos conocen la verdadera situación y viven su propia realidad, en constante lucha contra las máquinas. Lo que, para muchos, es solo ficción, para muchos otros es una acertada metáfora de la realidad humana.
Cuántas veces hemos escuchado últimamente que vivimos tiempos de incertidumbre, argumento que solo sirve para generar miedo e inacción en mucha gente. Como si cualquier otro momento histórico hubiera sido mejor. Que se lo digan a los que, tiempo ha, vivieron guerras, catástrofes naturales, persecuciones… Incluso llegamos a decir, y a creer, que el miedo es libre, con lo que nos resignamos a no luchar contra él, bajamos la cabeza, dejamos de tomar decisiones importantes y esperamos tiempos mejores. Tremenda contradicción porque todos disponemos de suficientes argumentos, propios o ajenos, para poderlo controlar y manejar.
En un mundo inundado por la banalidad, la futilidad y la información falsa o irrelevante, la claridad (vivir fuera de Matrix) es poder. Pero no es fácil mantener una visión clara. Con frecuencia, ni siquiera nos damos cuenta de cuáles son las cuestiones clave. No disponemos de la capacidad de dar sentido a la información, de señalar la diferencia entre lo que es y no es importante, de detectar las oportunidades y, ni mucho menos, de combinar la gran cantidad de información disponible en una imagen global del mundo. Apenas podemos permitirnos indagar en estos asuntos, porque, además de su dificultad, tenemos cosas más acuciantes de que preocuparnos: hijos, pareja, trabajo, padres, deudas… Lamentablemente, si el futuro de la humanidad se decide en nuestra ausencia, porque estamos demasiado ocupados, ni nosotros ni nuestros hijos nos libraremos de las consecuencias. Porque, a buen seguro, habrá muy pocas probabilidades de que lo conformen, teniéndonos en cuenta, a nuestra medida.
Lee el resto de esta entrada¿Estamos preparados para el trabajo del futuro?
El otro día, mientras hacía cola en el supermercado, empecé a pensar qué harían todas esas personas que hoy trabajan en las cajas, cuando, dentro de muy poco, su trabajo desaparezca. Y lo mismo se podría pensar de los cajeros de banca y de autopistas; taquilleros de cine; documentalistas; trabajadores de información y servicio al cliente; contables, auditores y administrativos; operarios de fábricas, cadenas de montaje y almacenes; numerosos mandos intermedios; carteros; profesionales de la limpieza; bibliotecarios; pilotos comerciales, conductores de trenes y metro, transportistas y taxistas…
Ya no es ningún secreto que en las próximas décadas desaparecerán la mayoría, sino todos, los trabajos manuales susceptibles de ser sustituidos por una máquina o un ordenador. Y, con ellos, todas las posiciones intermedias que no aporten suficiente valor añadido.
Y esto es así porque estamos inmersos en plena cuarta revolución industrial, también llamada 4.0, que sigue a los otros tres procesos históricos transformadores anteriores:
Razones para generar compromiso en los colaboradores
Aunque ya he tratado este tema en artículos anteriores, en El compromiso de los empleados es un compromiso de liderazgo y Cuida a tus empleados o se irán, puede ser conveniente darle otra vuelta y añadir algo nuevo a la reflexión anterior.
El compromiso es el lazo psicológico con el que los trabajadores reflejan su implicación intelectual y emocional con su empresa, y está directamente relacionado con su contribución personal al éxito de la misma. El compromiso es una relación de doble dirección e interés entre la empresa y el trabajador y engloba los siguientes conceptos:
- Satisfacción. Es el grado de conformidad del empleado con respecto a su entorno y al clima y las condiciones de su trabajo: tareas estimulantes, retos constantes, recompensas equitativas, posibilidades reales de promoción, condiciones ambientales, de salud y de seguridad idóneas y una buena relación con jefes y compañeros.
Cuando estamos satisfechos y con estados de ánimo positivos es cuando conseguimos una mayor productividad empresarial porque nuestros cerebros mejoran su rendimiento y somos capaces de trabajar más duro, más rápido y de forma más inteligente, debido a que la dopamina, que inunda el sistema cuando estamos contentos, tiene dos funciones: hacernos más felices y activar el proceso de aprendizaje para poder adaptarnos al mundo de una forma diferente.
- Implicación. Mide la alineación del trabajador con la visión, los valores y la cultura de la organización.
- Orgullo de pertenencia. Se muestra cuando el trabajador refleja satisfacción con la situación y el éxito de la organización.
Suele producirse cuando, al referirnos a nuestra empresa, decimos “mi empresa” y no se da cuando, en las mismas circunstancias, decimos “la empresa”.
- Vinculación. Se da cuando los trabajadores manifiestan en público un alto concepto sobre su empresa, tanto como organización para la que trabajan como hacia su marca, imagen, productos y servicios.
Nos pasamos la vida negociando
Por si no te has parado a pensarlo, muchos de nuestros actos se realizan de forma automática, sin reflexión previa, negociar es una actividad cotidiana para quienes conviven en un mismo entorno o trabajan juntos. Por eso, aunque no siempre nos damos cuenta, pasamos una buena parte de nuestra vida negociando, con la finalidad de lograr un resultado más favorable para cualquier cosa que nos propongamos.
Negociábamos de niños por las cosas que queríamos: atención, algún regalo especial, un aumento de la paga semanal… Negociamos como adultos por una serie de deseos mucho más complejos pero que, examinados de cerca, se acaban convirtiendo casi en las mismas cosas que negociábamos de niños.
La negociación es una forma de comunicación humana básica y especial, cuyos resultados dependen de la claridad que cada uno tiene sobre sus necesidades, sobre las motivaciones de la otra parte, y sobre los factores que entorpecen la búsqueda de soluciones aceptables para ambos. Se produce cuando queremos algo de otra persona, o bien cuando otra persona quiere algo de nosotros. Negociamos en nuestras casas al menos tanto como en la mesa de negociación.
El compromiso de los empleados es un compromiso de liderazgo
Con frecuencia nos complicamos la vida hablando de los mil posibles enfoques para conseguir el compromiso de los empleados… Y nos olvidamos de lo sencillo que sería para las empresas lograrlo abordándolo a través de seis preguntas básicas : quién, qué, cuándo, dónde, por qué y cómo.
Y es que, en el momento actual, la participación de los empleados debe ser el objetivo central de toda política empresarial que tenga a las personas como elemento prioritario. Y esto es así por tres buenas razones:
- Los empleados comprometidos son mucho más productivos.
- Muestran un sentido de pertenencia a la organización mucho más desarrollado.
- Su vinculación se proyecta al largo plazo.
Parece que el grado de compromiso es más importante para lograr un buen desempeño que el buen desempeño para mejorar el compromiso.
Por tanto, echemos un vistazo a estas seis preguntas básicas: