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¿Ocupado o productivo?: tú decides

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Una de las constantes de la mayoría de los profesionales de este país, probablemente sea algo también global, es lo ocupados que están, la gran cantidad de tareas que afrontan y el sinnúmero de compromisos que atienden. Pero, que una persona esté muy ocupada, que haga muchas cosas, no, necesariamente, significa que sea una persona productiva. El número de horas dedicadas al trabajo y las tareas llevadas a cabo no son sinónimos de que sean los adecuados para alcanzar los objetivos que se plantee lograr. Suponiendo, claro, que se los haya planteado.
Con al ánimo de ayudar a tantas personas despistadas, muchas equivocadas, a continuación, comentaré algunas de las cosas que podemos, y debemos, tener en cuenta para dejar de estar (mal) ocupados y ser más productivos.
Lee el resto de esta entradaAunque no es para todos, el teletrabajo llegó para quedarse
El teletrabajo no se instaura de un día para otro. Requiere políticas, tecnología y un liderazgo y dirección que no se improvisan.
Las duras circunstancias actuales de pandemia y confinamiento, que nos han obligado a recluirnos varios meses en nuestras casas, le han dado un protagonismo inusitado al teletrabajo[1], convirtiéndolo, en algunos casos por convencimiento y en la mayoría por obligación, en uno de los pocos recursos que han permitido a muchos trabajadores mantener su actividad profesional y la relación laboral con sus empresas y clientes.
De repente parecía que se había descubierto la solución mágica. Pero, tal y como se ha llevado a cabo, en muchos casos simplemente trasladando, sin más, el presentismo laboral (ese vicio tan extendido en el que hay que estar en el puesto de trabajo, horas y horas, aunque no se rinda) a los hogares, controlando a los trabajadores a través de videoconferencias y con llamadas, correos y mensajes a cualquier hora (es decir, haciendo lo de siempre: trabajo presencial pero a distancia), parece que, como casi todo lo que se hace repentina, apresurada e improvisadamente, “este teletrabajo” está muy lejos de lo que debe ser. Convirtiéndose, para muchos de sus sufridores en una resignada desgracia, que, ojalá, desean, se acabe pronto. Tengamos en cuenta que, además, muchos debían cuidar de sus hijos, al no poder asistir al colegio, o de familiares enfermos, que no tenían cabida en los saturados hospitales.
Salgamos de Matrix

En Matrix (hermanos Wachowski, 1999) la humanidad vive en una realidad, que supone real, creada por máquinas y que no es más que un perfecto decorado virtual. Eso sí, perfectamente creíble. Solo unos pocos conocen la verdadera situación y viven su propia realidad, en constante lucha contra las máquinas. Lo que, para muchos, es solo ficción, para muchos otros es una acertada metáfora de la realidad humana.
Cuántas veces hemos escuchado últimamente que vivimos tiempos de incertidumbre, argumento que solo sirve para generar miedo e inacción en mucha gente. Como si cualquier otro momento histórico hubiera sido mejor. Que se lo digan a los que, tiempo ha, vivieron guerras, catástrofes naturales, persecuciones… Incluso llegamos a decir, y a creer, que el miedo es libre, con lo que nos resignamos a no luchar contra él, bajamos la cabeza, dejamos de tomar decisiones importantes y esperamos tiempos mejores. Tremenda contradicción porque todos disponemos de suficientes argumentos, propios o ajenos, para poderlo controlar y manejar.
En un mundo inundado por la banalidad, la futilidad y la información falsa o irrelevante, la claridad (vivir fuera de Matrix) es poder. Pero no es fácil mantener una visión clara. Con frecuencia, ni siquiera nos damos cuenta de cuáles son las cuestiones clave. No disponemos de la capacidad de dar sentido a la información, de señalar la diferencia entre lo que es y no es importante, de detectar las oportunidades y, ni mucho menos, de combinar la gran cantidad de información disponible en una imagen global del mundo. Apenas podemos permitirnos indagar en estos asuntos, porque, además de su dificultad, tenemos cosas más acuciantes de que preocuparnos: hijos, pareja, trabajo, padres, deudas… Lamentablemente, si el futuro de la humanidad se decide en nuestra ausencia, porque estamos demasiado ocupados, ni nosotros ni nuestros hijos nos libraremos de las consecuencias. Porque, a buen seguro, habrá muy pocas probabilidades de que lo conformen, teniéndonos en cuenta, a nuestra medida.
Lee el resto de esta entrada¿Estamos preparados para el trabajo del futuro?
El otro día, mientras hacía cola en el supermercado, empecé a pensar qué harían todas esas personas que hoy trabajan en las cajas, cuando, dentro de muy poco, su trabajo desaparezca. Y lo mismo se podría pensar de los cajeros de banca y de autopistas; taquilleros de cine; documentalistas; trabajadores de información y servicio al cliente; contables, auditores y administrativos; operarios de fábricas, cadenas de montaje y almacenes; numerosos mandos intermedios; carteros; profesionales de la limpieza; bibliotecarios; pilotos comerciales, conductores de trenes y metro, transportistas y taxistas…
Ya no es ningún secreto que en las próximas décadas desaparecerán la mayoría, sino todos, los trabajos manuales susceptibles de ser sustituidos por una máquina o un ordenador. Y, con ellos, todas las posiciones intermedias que no aporten suficiente valor añadido.
Y esto es así porque estamos inmersos en plena cuarta revolución industrial, también llamada 4.0, que sigue a los otros tres procesos históricos transformadores anteriores:
Delega para crecer y hacer crecer
En dos recientes talleres sobre productividad personal, constaté (y no era la primera vez) que muchos directivos no tienen claro qué es delegar y cómo debe hacerse. Para añadir un poco de claridad sobre este tema, trataré de dar las claves en este artículo. Espero conseguirlo y que sirva para hacer que la delegación sea más asequible.
Qué es delegar
Delegar constituye una habilidad clave para todas aquellas personas con responsabilidad hacia los demás y consiste en asignar tareas a individuos o a equipos, otorgándoles el nivel necesario de libertad y responsabilidad para realizar la tarea del modo más competente y productivo. Por tanto, delegar es confiar a los colaboradores poder de decisión y acción (por lo que está muy relacionado con el empoderamiento) y es tremendamente eficaz cuando se asignan las tareas a las personas más adecuadas.
Una buena delegación permite, tanto a quien delega, como a todo el equipo, rendir al máximo y desarrollarse para afrontar nuevos retos.
La delegación nunca es estática: dado que las tareas del equipo cambian, también el modo en que se asignan precisa de una adaptación. Asimismo, las personas se transforman y evolucionan con el tiempo, por lo que la forma de delegar en ellas también debe evolucionar.
8 consejos para iniciar y terminar las reuniones a tiempo
¿Tus reuniones suelen empezar tarde y pasarse de tiempo? Esto no tiene por qué ser así. Las reuniones eficientes son una de las principales herramientas de productividad del trabajo en equipo. Así que ¡ya es hora de tomarse más en serio las reuniones!
Aunque, dependiendo de la naturaleza de la reunión, no todas deben tener una duración estipulada de antemano, en la mayoría de los casos sí hay que fijar la hora de finalización y, tanto si eres el organizador de la reunión o un asistente, debes comprometerte a iniciar y a terminar tus reuniones a tiempo. Pide a los asistentes que sean puntuales para poder terminar a tiempo. No tolerar la tardanza será establecer un estándar de comportamiento para el grupo, y los participantes probablemente cumplirán si las expectativas están bien definidas y ejecutadas en forma consistente.
A continuación se enumeran algunos sencillos consejos para ayudarte a iniciar y terminar las reuniones a tiempo.