Archivo del sitio

Aunque no es para todos, el teletrabajo llegó para quedarse

El teletrabajo no se instaura de un día para otro. Requiere políticas, tecnología y un liderazgo y dirección que no se improvisan.

Las duras circunstancias actuales de pandemia y confinamiento, que nos han obligado a recluirnos varios meses en nuestras casas, le han dado un protagonismo inusitado al teletrabajo[1], convirtiéndolo, en algunos casos por convencimiento y en la mayoría por obligación, en uno de los pocos recursos que han permitido a muchos trabajadores mantener su actividad profesional y la relación laboral con sus empresas y clientes.

De repente parecía que se había descubierto la solución mágica. Pero, tal y como se ha llevado a cabo, en muchos casos simplemente trasladando, sin más, el presentismo laboral (ese vicio tan extendido en el que hay que estar en el puesto de trabajo, horas y horas, aunque no se rinda) a los hogares, controlando a los trabajadores a través de videoconferencias y con llamadas, correos y mensajes a cualquier hora (es decir, haciendo lo de siempre: trabajo presencial pero a distancia), parece que, como casi todo lo que se hace repentina, apresurada e improvisadamente, “este teletrabajo” está muy lejos de lo que debe ser. Convirtiéndose, para muchos de sus sufridores en una resignada desgracia, que, ojalá, desean, se acabe pronto. Tengamos en cuenta que, además, muchos debían cuidar de sus hijos, al no poder asistir al colegio, o de familiares enfermos, que no tenían cabida en los saturados hospitales.

Lee el resto de esta entrada

Reflexiones para después de una pandemia

Todavía no sabemos cuándo saldremos de este largo e inesperado confinamiento e iremos, ya sabemos que paulatinamente, recobrando las vidas que hemos mantenido “secuestradas” durante estas semanas. Pero sí podemos preguntarnos ¿qué podríamos conseguir entre todos si tuviéramos confianza en nuestras ideas y pusiéramos todo nuestro empeño, compromiso y energía en llevarlas a cabo?

Esta pregunta, que, probablemente también ronde en muchas otras cabezas, me ha llevado, en estos días de confinamiento y tranquilidad, a pensar en una serie de propuestas, basadas en el sentido común (y en opiniones de expertos y gente de todo tipo) que, sucintamente, se exponen a continuación. Por tanto, lector, no busques argumentos de experto, si no, más bien, referencias para que puedas desarrollar las tuyas y determinar cómo puedes contribuir a cambiar nuestro modelo de sociedad y modo de vivir para afrontar nuestros actos cotidianos de mejor manera.

Lee el resto de esta entrada

Una vez más se nos ven las costuras

El 31 de enero un turista alemán dio el primer positivo en el Hospital Virgen de Guadalupe de La Gomera (Canarias) por un extraño virus importado de la lejana y desconocida ciudad china de Wuhan. Como cuando se hablaba del ébola y de las epidemias africanas, ¡qué lejos parecía y qué a salvo nos creíamos! Hasta pensamos que el increíble despliegue de medios y el confinamiento decretado en China eran desproporcionados. Y, no digamos, la anulación del Mobile World Congress en febrero en Barcelona, que parecía una arbitrariedad y un atentado a la economía de la ciudad y el país. Ahora sabemos que fueron medidas inteligentes y que, probablemente, han ahorrado muchos contagios y vidas.

En estas últimas semanas, en que tantas cosas han cambiado, sobre todo, desde el decreto del Estado de  Alarma, una parte de la población, con abnegada actitud y comportamientos en muchos casos casi heroicos, contribuye con su dedicación y esfuerzo a salvar vidas y a que los demás podamos sobrellevar, de la mejor manera posible, el confinamiento, encerrados en nuestras casas. Encomiable. Por otro lado, recibimos muchas noticias negativas del impacto de la pandemia del coronavirus tanto en la salud, el sistema sanitario, la economía, el trabajo y el bienestar de los ciudadanos.

Los primeros días hubo un cierto silencio y solidaridad con las medidas tomadas, pero esta actitud duró poco. Enseguida, al cogernos desprevenidos y mal preparados, comenzaron las críticas, justificadas o no, desde todos los sectores y, en muchos casos, sin aportar alternativas ni un remedo de soluciones. Incluso se criticaba lo hecho cuando lo habían pedido anteriormente. Parece que la solución propuesta no era de su gusto. Además de llevar, todos,  cuando hablamos de fútbol, un entrenador de fútbol dentro, parece que ahora también llevamos un médico, un especialista en tecnología sanitaria un experto en logística y en relaciones internacionales, un consumado economista, un politólogo…

Otra vez más el dogmatismo y la falta de diálogo y unidad ante un enemigo que, a diferencia de otras veces, puede afectar a cualquiera, porque no entiende de ideas, condición, raza, religión o creencia, ha encendido los egos y la insensata costumbre de ser más que nadie y quedar por encima del resto. Si esto es así ahora, qué será cuando finalice la crisis.

Lee el resto de esta entrada