Neurociencia de la procrastinación: cómo combatirla y aumentar la productividad

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¿Alguna vez has tenido una tarea importante que hacer, pero en lugar de ponerte a trabajar, te has distraído con otras cosas menos urgentes o más placenteras? Si la respuesta es sí, no te sientas mal: la procrastinación es un fenómeno muy común y humano, que afecta a casi todo el mundo en algún momento de su vida.

La procrastinación o dilación, el acto de postergar o posponer tareas o responsabilidades, retrasando su realización a pesar de ser conscientes de las consecuencias negativas de dicha demora, es una conducta en la que casi todos incurrimos alguna vez, y se ha convertido en uno de los mayores enemigos para la productividad.

Para los procrastinadores habituales, que representan aproximadamente el 20% de la población, siempre hay un buen motivo para aplazar lo que sea que hay que hacer, y lo han convertido en una conducta crónica. El «no tengo ganas» llega a tener prioridad sobre sus objetivos o responsabilidades, y puede llevarlos a una espiral descendente de emociones negativas que disuaden aún más los esfuerzos futuros. Cuando todas esas tareas pendientes se amontonan en una lista interminable, tienen enormes dificultades para terminar lo que comenzaron y aparecen la ansiedad, el estrés y el arrepentimiento de no haberlo hecho cuando se tenía tiempo.

Existen varias causas frecuentes por las que se produce la procrastinación, entre ellas:

  1. Acciones o proyectos que angustian, se prefiere huir de la situación y tratar, ficticiamente, de sentirse bien.

  2. Miedo al fracaso: Los procrastinadores a menudo posponen tareas porque no confían lo suficiente en sí mismos y en sus habilidades, lo que les produce temor a no poder cumplir con las expectativas o a fracasar en su desempeño.

  3. Perfeccionismo: Algunas personas procrastinan porque sus estándares de calidad son muy altos y poco realistas y desean que el resultado final sea perfecto, lo que las lleva a demorar el inicio de la tarea y a no cumplir sus objetivos a tiempo.

  4. Falta de motivación: Cuando una tarea no resulta interesante o no se percibe como relevante, es más probable que se posponga.

  5. Búsqueda de placer: Si se tiene una alta tendencia a buscar situaciones cómodas, entonces se tendrá un fuerte deseo de divertirse y un bajo control de los impulsos, que llevará a posponer todo aquello que no produzca placer.

  6. Falta de habilidades de gestión del tiempo: Aquellos que tienen dificultades para establecer prioridades y administrar su tiempo tienden a postergar las tareas importantes y a evitar el trabajo desagradable dedicando energía a otras tareas, como organizar o limpiar, que ayuda a los procrastinadores a evitar sentirse improductivos, aunque más adelante tendrán que pagar el precio.

  7. Falta de firmeza: Se debe a que una persona tiene dificultades para decidirse y decir que «No» a las solicitudes que se le hacen cuando hay otras cosas que hacer y están programadas con anticipación. El procrastinador puede reemplazar la actividad y no respetar la agenda o los compromisos adquiridos.

  8. Enfoque débil de la tarea: Si no se tiene claro el enfoque u objetivo de la tarea propuesta, no se estará listo para realizarla, por lo que es probable que se retrase al no tener claro por dónde comenzar, y cómo relacionar las ideas y la información necesarias.

  9. Distracciones: La presencia de distracciones, como las redes sociales, el móvil, la televisión, entre otros, puede desviar la atención y propiciar la procrastinación.

  10. Falta de recompensas inmediatas: Las tareas que no ofrecen beneficios o gratificaciones inmediatas suelen ser relegadas a favor de actividades más placenteras o gratificantes a corto plazo.

  • Cambiar la perspectiva: En lugar de centrarse en lo abrumador de una tarea, concentrarse en los beneficios a largo plazo de completarla. Visualizar el éxito y las recompensas al finalizar la tarea.

  • Enfrentar el miedo al fracaso: Identificar y abordar cualquier miedo subyacente que pueda estar contribuyendo a la procrastinación. Reconocer que es normal cometer errores y que el aprendizaje proviene de la experiencia.

  • Establecer metas claras y específicas: Desarrollar un plan claro y detallado sobre cómo abordar cada tarea, dividiéndola en acciones más pequeñas y manejables y estableciendo fechas límite realistas para cada paso del plan. Esto permite tener un enfoque más concreto y facilita la medición del progreso.

  • Establecer rutinas, priorizar las tareas y utilizar técnicas de manejo del tiempo: Crear una rutina diaria que incluya tiempos designados para trabajar en tareas específicas. Identificar las tareas más importantes y urgentes y enfocarse en completar primero las tareas prioritarias. Utilizar técnicas como la técnica Pomodoro (trabajar en intervalos de tiempo cortos y realizar pausas regulares).

  • Utilizar «la mezcla tentadora: Combinar las cosas que gusta hacer con las que se debe hacer, proporcionando un incentivo para hacer algo que se prefiere postergar. Por ejemplo: asistir a una sesión de masaje cuando se han revisado todos los correos pendientes.

  • Aprender a decir no: No sobrecomprometerse. Aprender a decir no a tareas que no son ni importantes ni urgentes cuando la carga de trabajo propia ya es significativa.

  • Eliminar distracciones: Identificar y reducir las distracciones en el entorno. Considerar utilizar aplicaciones o herramientas que bloqueen sitios web o aplicaciones no relacionadas con el trabajo durante ciertos períodos.

  • Practicar la autorregulación emocional: Desarrollar habilidades para manejar y regular las emociones puede ser útil para superar la procrastinación. Esto incluye identificar y abordar las emociones negativas asociadas con las tareas, aprender a manejar el estrés y encontrar formas de motivación efectivas.

  • Establecer recompensas: Automotivarse estableciendo pequeñas recompensas después de completar una tarea. Celebrar los logros para reforzar un comportamiento productivo.

  • Buscar apoyo social y/o profesional: Contar con el apoyo de personas cercanas puede ayudar a mantener la responsabilidad y la motivación. Compartir metas y progresos con otros puede generar un sentido de compromiso y contribuir a vencer la procrastinación. Y, si la procrastinación se convierte en un problema persistente que afecta significativamente tu vida, considera buscar la ayuda de un profesional, como un terapeuta o coach, para abordar posibles problemas subyacentes.

Publicado el 9 febrero, 2024 en Aprendizaje, Cambio, cerebro, Emoción, neurociencia y etiquetado en , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.

  1. Excelente y extenso artículo. Muchas veces no nos damos cuenta y perdemos el tiempo de 100 formas diferentes sin darnos cuenta.

    • Avatar de Ángel Álvarez Ángel Álvarez

      Muchas gracias por tu comentario. Pocas personas se animan a dejarlos y es una pena porque enriquecen mucho el diálogo que, los que escribimos, pretendemos mantener con nuestros lectores.
      Ahora que ya conoces algo más sobre el funcionamiento de nuestro cerebro, espero que te ayude a mejorar tu productividad.
      Un cordial saludo

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