Sensibilidad, emociones y talento. Claves del éxito empresarial
El pasado jueves, junto con la Cátedra de Ética Económica y Empresarial de la Universidad Pontificia de Comillas, parte del equipo de Vártina desarrollamos el acto Sensibilidad, emociones y talento. Claves del éxito empresarial.
Contexto y objetivo
Vivimos inmersos en un mundo en el que todo sucede muy deprisa y donde es difícil encontrar momentos para reflexionar sobre qué hacemos, cómo lo hacemos y, sobre todo, por qué lo hacemos. La rutina diaria, nuestra famosa zona de confort, hace que nos cueste encontrar los momentos idóneos para pararnos a pensar y, además, nos incapacita para ver las cosas de formas alternativas, con nuevas perspectivas.
Para romper este limitado y limitante contexto es fundamental crear nuevos espacios de reflexión, a través del uso de metáforas, como ¿nueva? forma de crear situaciones diferentes a las habituales que nos permitan darnos cuenta de qué está pasando a nuestro alrededor para, a partir de ellas, reflexionar sobre nuestra conducta y explorar y construir nuevas formas de actuar.
Por ello, el objetivo de esta acción era generar un lugar de encuentro diferente y alternativo, que nos permitiera crear esos espacios de reflexión, lograr el contexto adecuado y dejar atrás las ideas preconcebidas que nos guían cotidianamente, ofreciendo la oportunidad de que otras formas de ver y de manejar la realidad sean posibles y de vincularnos con nuestras emociones y entre nosotros.
Ser capaces de instalar ese enfoque alternativo es el que permitirá conseguir mejores personas que serán capaces de crear, liderar y desarrollar mejores empresas.
En vivo y en directo
Arrancamos a las 18:45, con las palabras de José Luis Fernández, director de la Cátedra de Ética Económica y Empresarial, que introdujo el acto.
A continuación, Ricardo Pinilla y José Manuel Torrego interpretaron, al piano y a la percusión, el tema de Duke Ellington Satin doll. Al terminar, Ricardo nos propuso recuperar la presencia emocional real de la música en nuestras vidas y también en la vida laboral, en las organizaciones, aprendiendo de ella y dejando que sea ella la que nos seduzca y nos vaya moviendo, inquietando y fascinando.
Para ilustrar lo anterior, utilizando como metáfora musical el tema Take Five de Dave Brubeck, lograron que la sala interpretara con las palmas este difícil tema, cuando al principio, y tras escucharlo previamente, todos los asistentes creían que no era posible. De esta manera, la música nos llevó a darnos cuenta de que no hay nada imposible, por difícil que parezca, y que, acompañados, llegaremos mucho más lejos que solos.
Llegó el turno de Rogelio Barahona, alma mater, del restaurante Urkiola Mendi, que nos contó como ha conseguido, incluyendo el jazz como un elemento más de su carta, ofrecer a sus clientes un aliciente añadido y sus trabajadores un placer personal perfectamente acoplado a su tarea rutinaria. A Rogelio y a su equipo el jazz les sirve para comunicar mucho mejor su cocina, su idea de servicio al cliente, su manera de entender un momento de placer y muchos otros aspectos más. Pudiendo asegurar que, a sus clientes, sus platos les parecen mejores cuando los disfrutan a la vez que un buen concierto en directo. No podemos olvidar, concretando, que la misma sensibilidad podemos necesitar para escuchar un cuarteto de cuerda que para hacer y servir un besugo a la brasa o, simplemente, degustarlo. La sensibilidad no entiende de disciplinas, de hecho habita en las personas y las ayuda a tener mejor vida. Por tanto, ¿por qué no incorporar esto a nuestro quehacer profesional o empresarial y acabar disfrutándolo?
La experiencia vital de Rogelio nos muestra que una actividad profesional, del tipo que sea, no se sustancia únicamente en una cuenta de resultados, si esto aburre o destruye a las personas. En cambio, un proyecto humano, rico en componentes de sensibilidad, que tenga en cuenta las emociones y que valore el desarrollo del talento compartido tiene todas las posibilidades de conseguir el éxito, o al menos, no dejará cadáveres inútiles por el camino.
Posteriormente, Susana Herrero formuló la pregunta sobre la que giró su intervención: ¿por qué a veces es tan complicado, qué ocurre para que, como líderes, sintáis que vuestros equipos no os siguen?
No se trata de tener sueldos más altos, o vacaciones más largas o de disponer de complejos paquetes de incentivos… Va más allá. Se trata de sentirse motivados por el trabajo, de tener un aliciente lo suficientemente potente como para lograr la máxima productividad y ser un componente eficaz en el equipo, en definitiva de sentir emoción y de sentirse feliz en el trabajo.
Para lograrlo es importantísimo tomar conciencia de nosotros mismos, de lo que nos impide avanzar y salir de nuestra zona de confort. Conocer nuestras limitaciones y nuestros miedos. Debemos ser conscientes de cómo creamos nuestra realidad y de cómo creamos el entorno que nos rodea en la empresa, para ser capaces de poder transformarlo. De superar la adversidad y la incertidumbre y conseguir alinear con la empresa los objetivos que nos propongamos, generando confianza y comunicación.
Para ello es necesario trabajarlo desde la emoción y la sensibilidad de la persona y de los equipos de trabajo. Y, para lograrlo, debemos utilizar metáforas y dinámicas potentes, en las que las personas sean capaces de hacer cosas que creían imposibles, como nos mostro Susana caminando sobre cristales rotos. Cuando pensamos que podemos conseguir las metas que nos propongamos, cambian las emociones, por lo que cambian las acciones y, finalmente, cambian los resultados. Las emociones y la sensibilidad transforman los resultados en la empresa, desaparecen las excusas y los no puedo, dando paso al quiero y lo voy a conseguir, esta forma de pensamiento en los equipos genera unos resultados increíbles.
Y llegó mi turno. Recapitulé sobre todos los elementos que habían ido surgiendo y que los asistentes habían disfrutado: el contexto creado, los músicos, el cocinero, la cama de cristales rotos, las emociones surgidas…
Después, reflexioné sobre algunas de las cosas que les pasan a las empresas y que les impiden avanzar y desplegar todo su talento y como, a través de planteamientos alternativos y, si no lo podemos hacer solos, del adecuado acompañamiento podemos hacer que muchos de los problemas cotidianos dejen de serlo y se conviertan en claras oportunidades de mejora.
Nuevas formas de entender la empresa y, en definitiva, la vida son posibles. Sólo tenemos que ponernos a ello y encontrar a los compañeros adecuados para lograrlo. Nosotros estamos seguros de que Vártina lo es.
Como colofón al acto, Anna Bajo, profesora de Ética Empresarial, Responsabilidad Social Corporativa y Recursos Humanos, nos agradeció a todos nuestra participación y nos citó para futuras intervenciones.
Muchas gracias a la Cátedra de Ética Económica y Empresarial de la Universidad Pontificia de Comillas, y a todo su equipo humano, sin cuya excelente disposición y ayuda nunca hubiéramos podido llevar a cabo este acto.
Y, por supuesto, nuestro más sincero agradecimiento a todos los asistentes, por hacer un hueco en sus agendas, por el gran apoyo y participación que nos ofrecieron y por seguir siendo fieles a nuestro proyecto.
Espero que nos volvamos a ver muy pronto.
a.
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Publicado el 3 diciembre, 2013 en Aprendizaje, Emoción, Empresa, Gestión, Innovación, Liderazgo y etiquetado en actitud, aprendizaje, comunicación, conocimiento, emoción, innovación, Sensibilidad, talento, Universidad Pontificia de Comillas. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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