La importancia de la educación financiera en la vida cotidiana

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En un mundo globalizado económicamente y con unos sistemas financieros cada vez más desarrollados, con un importante aumento en la oferta de productos y servicios financieros, algunos con un alto grado de complejidad —recordemos las preferentes—, la educación financiera se ha convertido en un tema cada vez más importante en nuestra vida cotidiana. Es absolutamente fundamental tener la capacidad de manejar nuestro dinero de manera efectiva y tomar decisiones económicas informadas y responsables para alcanzar nuestras metas financieras a largo plazo y mejorar nuestra calidad de vida.

La educación financiera se refiere al conocimiento y habilidades necesarias —abarca temas importantes de economía, finanzas, matemáticas y análisis— para tener una comprensión clara de los conceptos financieros básicos: presupuesto, ahorro, inversión, crédito, acciones, bonos, fondos de inversión…, y saber cómo aplicar esos conocimientos en la vida cotidiana.

Aunque puede parecer algo lejano, aburrido o sin sentido, está presente en cada aspecto de la vida y deberíamos verla como una gran aliada y una herramienta muy eficiente para tomar el control de nuestras finanzas, proteger a ahorradores e inversores, evitar situaciones perjudiciales como el endeudamiento, la quiebra y el fraude económico, y aumentar la estabilidad y el desarrollo del sistema económico y financiero.

Pero, desafortunadamente, tal y como he podido constatar en muchos de mis cursos y talleres y diferentes estudios ponen recurrentemente de manifiesto —ya en 2005 la OCDE recomendaba desarrollar programas de difusión explicando los conceptos básicos entre la población general— el nivel de cultura financiera está muy lejos de ser el adecuado.

Todavía no se considera una cuestión prioritaria en el entorno familiar, educativo, laboral y social, a pesar de que la situación económica española, caracterizada por un mercado laboral con sueldos medios que no suelen superar los 1.300€, y con un coste de vida alto, sobre todo en las grandes ciudades, que hace que, el año pasado, el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social fuera el 26,0%.

Veamos algunas de las múltiples razones por las que es importante:

  1. Establecer metas financieras realistas y diseñar un plan para alcanzarlas. Por ejemplo, si nuestra meta es comprar una casa, la educación financiera nos permite comprender cómo funcionan las hipotecas, cómo elegir la que mejor se adapte a nuestra situación y cuál es el proceso para obtener una. Nos permite evaluar nuestros ingresos, gastos y capacidad de endeudamiento para establecer un presupuesto adecuado y realista.
  2. Facilitar la gestión del presupuesto: Al comprender cómo elaborar y administrar un presupuesto —cálculo, planificación y formulación anticipada de los ingresos y gastos—, podemos controlar y priorizar nuestros gastos, mantenernos dentro de nuestras posibilidades, evitar las compras innecesarias y el endeudamiento excesivo, y tener más dinero disponible para ahorrar e invertir. En el caso de la contratación de una hipoteca, es esencial para poder cumplir con las cuotas mensuales y evitar retrasos en los pagos que pueden generar intereses y cargos adicionales.
  3. Ahorrar para emergencias y objetivos a largo plazo: La educación financiera ayuda a comprender la importancia del ahorro y cómo establecer un fondo de emergencia para situaciones imprevistas. En el caso de una hipoteca, es importante disponer de un fondo de emergencia para poder hacer frente a gastos inesperados, como reparaciones en la casa o cambios en las condiciones económicas que puedan afectar a nuestra capacidad de pago. Además, la educación financiera nos ayuda a planificar y ahorrar para objetivos a largo plazo, como la educación de los hijos o la jubilación.
  4. Tomar decisiones de inversión informadas: Podemos entender los diferentes tipos de inversión y cómo evaluar su rendimiento. Esto ayuda a tomar decisiones de inversión más informadas y reducir el riesgo de perder dinero. En el caso de la contratación de una hipoteca, ayuda a comparar las diferentes opciones de hipoteca disponibles en el mercado y a elegir la que mejor se adapte a nuestras necesidades y capacidad de pago. Por ejemplo, al comparar diferentes hipotecas, es importante tener en cuenta factores como la tasa de interés, los costes adicionales y los plazos de pago, entre otros.
  5. Evitar problemas financieros: Ayuda a comprender los riesgos y beneficios de diferentes tipos de préstamos y tarjetas de crédito, lo que permite tomar decisiones más informadas y evitar posibles problemas. En el caso de una hipoteca, es esencial comprender los términos y condiciones del contrato y asegurarse de poder cumplir con las cuotas mensuales antes de firmarla. También es importante entender los riesgos asociados con su contratación, es a largo plazo, y considerar si es la opción más adecuada para nuestra situación financiera.
  6. Entender los conceptos básicos de economía y finanzas: Ayuda a comprender los conceptos básicos de la economía, como la oferta y la demanda, el mercado laboral y los indicadores económicos. También los conceptos básicos de las finanzas personales, como la gestión del presupuesto, la inversión, el ahorro y la gestión de la deuda.
  7. Tomar decisiones informadas de inversión: Ayuda a tomarlas al comprender los diferentes tipos de inversiones disponibles — acciones, bonos o fondos de inversión—, cómo evaluar su rendimiento y los riesgos asociados a cada uno.
  8. Comprender los conceptos fiscales de los impuestos: Permite comprender sus conceptos básicos, sus diferentes categorías, las deducciones y los créditos fiscales.
  9. Ahorrar para la jubilación: La mayor esperanza de vida y el envejecimiento de la población limitan las posibilidades de los sistemas de ayuda tanto públicos como privados. Por ello, cómo planificar la jubilación y cómo evaluar diferentes opciones de inversión para el ahorro que hay que adoptar a lo largo de la vida laboral para lograr una situación desahogada en el futuro suponen un mayor reto que en el pasado reciente.
  10. Contratar seguros: Cómo elegir el tipo de seguro que mejor solucione nuestra situación y cómo evaluar las diferentes opciones que el mercado ofrece.
  11. Evitar tomar decisiones financieras impulsivas: Muchas personas toman decisiones financieras impulsivas que pueden afectar negativamente su situación financiera a largo plazo. La educación financiera ayuda a las personas a tomar decisiones informadas y bien pensadas sobre sus finanzas, en lugar de simplemente actuar por impulso.
  12. Aumentar la confianza financiera: Tomar decisiones financieras informadas con mayor seguridad evita abrumarse por la complejidad de las decisiones financieras.
  13. Reducir el estrés financiero: Al comprender mejor la situación financiera propia y planificar adecuadamente para el futuro se reduce el estrés financiero y mejora la calidad de vida.
  14. Anticipar situaciones financieras inesperadas: En el actual entorno de gran inestabilidad en el empleo y de menores rendimientos del trabajo, comprender mejor la situación financiera del momento y disponer de un plan de contingencia proporciona seguridad y mejor preparación para manejar situaciones financieras imprevistas: pérdida de trabajo, problemas de salud o crisis económicas.

¿Cómo y cuándo afrontar la educación financiera?

El informe PISA, la mayor y más influyente prueba educativa internacional, organizada por la OCDE, considera que «las personas deben ser educadas acerca de los asuntos financieros lo antes posible». Unicef coincide al opinar: «si queremos una población educada que sea capaz de tomar decisiones con conocimiento de causa, debemos promover la educación financiera y una cultura financiera positiva en los niños y los jóvenes».

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Por tanto, urge empezar a hablar de la importancia del dinero, y su manejo adecuado y prudente, no solo con los niños, sino también con los adolescentes y, por supuesto, con los adultos. Es importante abordar la educación financiera de manera continua en diferentes momentos de la vida, ya que los conceptos financieros que se enseñan a una edad temprana pueden sentar las bases para una vida financiera saludable. En general, la educación financiera debería ser impartida en todos los entornos, individual, familiar, escolar y social, para garantizar que todo el mundo tenga acceso a la información necesaria para tomar decisiones financieras informadas.

El objetivo es justamente que el dinero deje de ser un tema tabú para los individuos, las familias y la sociedad. Se debe tratar el asunto, no podemos rehuir algo que nos va a acompañar toda nuestra existencia. El dinero no lo es todo, pero su buena gestión posibilita una mejor calidad de vida en todos los aspectos.

Comentemos pues algunas sugerencias sobre cuándo y cómo se debería afrontar la educación financiera:

  1. En el hogar: La idea de que el dinero se obtiene con esfuerzo, debe ser administrado de forma responsable y es un recurso limitado, la diferenciación entre necesidades básicas y caprichos y la importancia de ahorrar son conceptos clave que se pueden enseñar a los más pequeños de la casa de forma lúdica. Asimismo, si enseñamos a nuestros hijos a usar una cuenta bancaria desde pequeños, crearemos un hábito de ahorro que, probablemente, se mantenga en la edad adulta.
  2. En la escuela primaria: Los conceptos básicos de la educación financiera pueden ser enseñados en la escuela primaria, donde los niños pueden aprender sobre la importancia del ahorro, la planificación presupuestaria y la diferencia entre las necesidades y los deseos. Poco a poco, podemos introducirles también la necesidad de comparar precios y de practicar un consumo responsable, y explicarles el papel de los bancos.
  3. En la escuela secundaria: Se pueden enseñar conceptos más avanzados como la diferencia entre los productos financieros básicos, las diversas formas de pago, como el efectivo, las tarjetas de crédito y los cheques, la inflación, la importancia de leer un contrato, de no firmar nada que no hayamos entendido o el efecto de los impuestos sobre nuestras rentas.
  4. En la universidad: Se pueden ofrecer cursos más avanzados de educación financiera, desarrollando conceptos como el mercado de valores, la planificación financiera para la jubilación y la gestión de la deuda.
  5. En el lugar de trabajo: Los empleadores también deben desempeñar un papel en la educación financiera de sus empleados, ya que, si tener conocimientos sobre finanzas es importante en la vida diaria, lo es todavía más en el ámbito profesional. Incluso aquellos trabajadores que no trabajan específicamente en departamentos financieros deberían tener unos conocimientos básicos sobre estos temas. De este modo, todos ellos podrían entender y manejar mejor la información económico-financiera que les llega y tomarían mejores y bien fundadas decisiones.

La educación financiera está directamente relacionada con la calidad de vida, que se sustenta en tres pilares: salud física, salud mental y salud financiera. Cualquier desorden en nuestras finanzas personales provocará un deterioro en nuestra salud física y mental. Incluso nuestras relaciones pueden resultar dañadas, afectando a las relaciones de pareja, familiares o con amigos y compañeros de trabajo.

Por tanto, la formación financiera continua, mantenerse informado sobre las noticias y actualizaciones financieras son acciones clave para nuestro desarrollo personal. Estar al día de los cambios en la economía, las tendencias del mercado y las normativas económicas y fiscales nos puede ayudar a tomar decisiones financieras inteligentes y a evitar estafas y fraudes. Además, aprender de profesionales con experiencia y asistir a talleres financieros mejorará nuestros conocimientos financieros y su aplicación a la vida cotidiana.

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Publicado el 3 May, 2023 en Aprendizaje, Cambio, Economía, Educación, Gestión personal, Innovación y etiquetado en , , , , , . Guarda el enlace permanente. 1 comentario.

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