Productividad, no presencia

Muchas empresas tienen la costumbre de alargar, artificial e innecesariamente, las jornadas laborales. Esta situación, para la gran mayoría de los que la sufren, es un auténtico suplicio, que no tiene justificación, y que hace cada vez más difícil la conciliación entre la vida personal y profesional.

Como últimamente numerosas personas asistentes a mis cursos me lo han propuesto como tema de conversación y debate, seguramente la crisis lo haya potenciado, quiero abordarlo, ordenando y resumiendo las numerosas opiniones escuchadas, pese a que haya sido objeto de análisis en numerosas ocasiones.

Según la OCDE[1], en España se trabaja un mayor número de horas que en otros países de su entorno económico. Sin embargo, nuestra productividad figura en el furgón de cola de los 22 países analizados, ocupando la tercera peor evolución entre 2000 y 2008, sólo por encima de Canadá (0,8%) e Italia (0,1%). Muy lejos de los primeros puestos ocupados por la República Eslovaca (11,1%), Lituania (7,7%), Estonia (7,5%), Corea del Sur (7,4%) y la República Checa (7,1%).

Por su parte, el World Economic Forum, a través de su The Global Competitiveness Report 2010-2011[2], sitúa a la economía española en el puesto 42, de los 139 países analizados. Muy lejos de economías de nuestro entorno como Suiza (puesto 1), Suecia (puesto 2), Alemania (puesto 5) o Francia (puesto 15).

¿Por qué se produce esta situación? ¿Por qué no se sabe hacerle frente y mejorar la productividad con acciones eficientes y creativas?

Aunque hay varias razones, dos son las más apuntadas:

  1. Mala gestión del tiempo y organización personal, lo que incluye una carente o deficiente identificación de objetivos, prioridades y tareas. La correcta gestión del tiempo, sigue siendo una de las asignaturas pendientes de los profesionales de este país. A pesar de que cada vez se imparte y recibe más formación sobre este tema y que, en la mayoría de los casos, es una de las cuestiones clave a tratar en los programas de coaching.
  2. Carencia de criterios efectivos de liderazgo por parte de los responsables y falta de coherencia con ellos a la hora de actuar. En muchos casos no se sabe crear indicadores que midan lo relevante. Es mucho más fácil controlar la presencia (p.e. fichando) que los resultados (económicos, de calidad, de satisfacción de clientes, de innovación, de sinergias…). Además, como consecuencia de lo anterior, muchos de nuestros directivos “sienten” que necesitan estar rodeados de su gente para poderlos gestionar. Con frecuencia se escuchan cosas como: “si los tengo delante sé lo que están haciendo”.

Estas prácticas generan una tremenda ineficiencia y, convertidas en costumbre, la sensación de que las cosas son así y no se pueden cambiar.

Algunas consecuencias

Deficiente gestión personal. Grandes pérdidas de tiempo y alargamiento del dedicado a las tareas. Ya que tengo que estar más horas en la oficina, para llenar el tiempo: trabajo más despacio (una tarea tiende a ocupar todo el tiempo disponible), tomó más cafés, alargo las comidas, dedico más tiempo a “otras cosas”…, con gran impacto negativo en la calidad del trabajo.

Dificultad para conciliar la vida profesional y la personal. Las larguísimas jornadas laborales no lo hacen fácil y llegan a generar graves problemas personales y familiares en quienes las sufren.

Pérdida de talento. Cuántas personas, sobre todo mujeres, renuncian a promociones por no estar dispuestas a sufrir los terribles horarios que se estilan en sus empresas.

Discriminación. Quienes tienen muy claro que su vida personal y familiar es muy importante y no están dispuestos a entrar en el “juego” no suelen gozar de las mismas oportunidades que los dispuestos a “vivir” en las oficinas. A pesar de realizar bien su trabajo durante la jornada laboral. Esta situación puede llegar a producir casos de acoso laboral.

Estrés y enfermedades laborales. Las situaciones laborales anómalas provocan una respuesta de estrés, que cuando se prolonga o intensifica en el tiempo, afecta a la salud, al desempeño profesional, e incluso a las relaciones personales o de pareja. El estrés profesional puede conducir a la enfermedad psíquica y hasta física.

Resignación y nula capacidad de influencia sobre el entorno. Esto es lo que hay, las cosas no se pueden cambiar.

Todo lo anterior lleva a aumentar la desmotivación y la falta de compromiso.

La situación es tan preocupante que ha hecho que surjan diferentes grupos, como la Asociación Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, que persiguen acabar con este problema, y lograr su normalización con los demás países de la Unión Europea.

Qué hacer

No tener miedo a equivocarse. Cada equivocación es una gran oportunidad de aprender y avanzar para todos.

Cambiar el modelo de liderazgo. Centrarse en generar más responsabilidad y compromiso en la definición y el cumplimiento de los objetivos y en la toma de decisiones. Que las personas tengan claro que el tiempo es suyo, no de la empresa, y que tienen que administrarlo adecuadamente porque es un bien único e insustituible. Vivir en la innovación y el cambio. Crear las condiciones para que se desarrolle la creatividad. Comunicar efectivamente. Ser coherentes a la hora de medir el esfuerzo y la eficiencia, centrándose en los resultados y sin hacer diferencias entre colectivos. Premiar y promocionar a los eficientes. Desarrollar la conciencia de trabajar en equipo y evitar las rivalidades destructivas. Actuar con la idea de que la empresa somos todos y, entre todos, hacemos que funcione. Nadie es más importante que los demás, pero tampoco menos.

Modificar la naturaleza del trabajo. Hacer que todo sea más fácil y divertido. Simplificar todo lo que se pueda. Eliminar el trabajo redundante. Permitir a los empleados, ya que son los actores, que decidan cómo hay que hacer las cosas. Externalizar todas aquellas tareas que, ya sabemos que hay que hacer, pero que no aportan valor. Olvidar el “esto siempre se ha hecho así” e introducir el “lo hacemos así porque, hasta ahora, es la forma más eficiente”.

Cambiar las condiciones laborales. Introducir un buen sistema de gestión de tiempo y de tareas, con flexibilidad horaria. Conocer y aprovechar los momentos y situaciones en que las personas son más productivas. Que las personas puedan decidir, de forma consensuada cuándo trabajan y cuándo no. Fomentar el  respeto al tiempo, propio y ajeno, y la puntualidad (cumplimiento de plazos, reuniones, visitas…). Retribuir acorde a la productividad y no a la inflación. Aprovechar todas las ventajas de la tecnología y permitir teletrabajar a todo el que lo desee. Revisar las instalaciones y hacerlas agradables para trabajar, introduciendo elementos que lo permitan: mobiliario, salas de descanso, lugares para comer, guarderías, facilidades de transporte…

Facilitar la conciliación. Todas las personas deben disponer de tiempo para desarrollar sin problemas su vida privada: convivir y dialogar con sus hijos, cuidar de su salud, formarse, realizar otras actividades… Así estarán más motivados, estarán más comprometidos y serán más leales a la empresa.

Y por último, y fundamental, involucrar a todos los empleados para hacer todo lo anterior.

¿Y tú qué opinas?


[1] Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Licencia Creative Commons
Medio en serio, medio en broma por Ángel Álvarez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.

Publicado el 26 enero, 2011 en Gestión y etiquetado en , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 9 comentarios.

  1. José María Noble

    En efecto, lo que describes forma parte de la cultura empresarial de la inmensa mayoría de las compañías españolas. Como todo tema cultural está firmemente arraigado, y solo con tiempo y esfuerzo puede ir cambiándose a un nuevo paradigma.
    Mi esperanza es que las nuevas generaciones de directivos no se conformen con copiar lo que sus jefes les exigieron, y primen la eficiencia sobre la presencia.

  2. Genial. Años llevo defendiendo esto y sufriéndolo, porque en la sociedad española esto es cultural, y por tanto, está mal visto si haces tu trabajo en tu jornada laboral.
    Enhorabuena.

  3. Enhorabuena, Ángel. Un gran tema para empezar el blog con buen pie. Estás muy acertado en tu planteamiento, pero añadiría más. En mi opinión el problema de los horarios irracionales en España no es sólo empresarial. Habría que empezar a cambiar ciertas costumbres. Para empezar, la hora de comer. No creo que costara tanto. De hecho se dice que más o menos hasta los años 30 del siglo pasado, en España había un horario más «europeo» y la gente paraba a eso de las 13 h para comer y acababa antes la jornada laboral.
    Por otro lado hay sectores «malditos», por ejemplo, el del «ladrillo» (ahora más maldito que nunca). En este sector se trabaja de sol a sol y esto supone que, en verano, cuando el clima lo permite, se trabaja, literalmente, de sol (8h de la mañana) a sol (20 h de la tarde-noche).
    Es un asunto de mucha enjundia que dará para un largo debate.
    Lo seguiremos.

  4. Paulina Moreno

    Es un tema peliagudo el que tratas. Estoy totalmente de acuerdo en los motivos que nos llevan a esta situación, aunque añadiría una más a las dos que apuntas: «el apego a las rancias costumbres y el miedo al cambio», estaría genial crear una nueva cultura de empresa donde se contemplase la conciliación familiar y personal.
    Ánimo con el blog, ha sido una buena idea.

  5. Encantada de conocer el blog y el tema propuesto es altamente interesante, aunque desgraciadamente creo que tiene dificil solución. Ciertamente todo lo que dices tiene mucho de verdad y tienes mucha razón, lo que parece que nos convierte en una sociedad que dedica la semana a dormir y trabajar – trabajar y dormir, esto hace que al final tengamos una sensación de desidia, aburrimiento y falta de motivación absoluta. Me ha encantado además la manera de contarlo, tan clara. Supongo que la gente que lo lea se sentirá muy identificada, pero hay algo que me preocupa mucho, cuando alguien trabaja de 8 a 3 por ejemplo está mal visto, se dice esa frase de «A este a las 3 se le cae el boli» lo que me produce una pena terrible porque no nos alegramos de la calidad de vida-trabajo del susodicho que tenga ese trabajo. Es más, los horarios comerciales de las oficinas bancarias que son esos dan muchos quebraderos de cabeza a los trabajadores porque no les da tiempo a poder hacer sus cosas bancarias, entonces ¿qué somos? ¿esclavos de nuestro trabajo?, a mi me horroriza. Te digo esto como que una madre no pueda ir a recoger a sus hij@s al cole o llevarlos al dentista… en fin que te voy a contar a ti con lo bien que nos lo has explicado. Esto debería leerselo RRHH y algún que otro directivo, que como bien dices necesitan «estar rodeados de su gente para poderlos gestionar», incluso alguno te diria, que para poderlos tener alrededor, aunque no tengan ya mucho que hacer. Muchas gracias por compartir esto con nosotros los fans de los blog. Angel, encantada y muy acertado el formato. Te ire siguiendo.

  6. Enhorabuena por este blog, ciertamente tiene un enfoque fresco y personal, directo y desafiante que invita al debate, a la reflexión y a la opinión. Hacía falta un espacio como éste, en el que se enfocaran los temas desde la experiencia, desde dentro, desde cada uno de nosotros y para cada uno de nosotros.
    Recojo la invitación que planteas para dejar nuestra opinión, y la aporto, por si a alguien le hace reflexionar.
    El tema de la jornada laboral… ¡tremendo tema!
    Todavía estamos bajo la perspectiva de que el que pasa más horas en la oficina es el que trabaja más, y desgraciadamente seguimos midiendo nuestro trabajo y esfuerzo (el propio y el ajeno) con una extraña ecuación-afirmación que entraña una incógnita invariable: ¿a mayor número de horas “currando”, “mejor trabajo”?.
    Miramos con cierta envida (en vez de con admiración) a aquel que pasa menos horas en la oficina, llegamos a decir que “tiene morro” y nos atrevemos a aventurar que “no trabaja”, sin siquiera pararnos a reflexionar en qué consiste su trabajo, en cómo se organiza o ni siquiera en la calidad o cantidad de su productividad.
    Sin dejar de ver que hay profesiones y circunstancias que requieren una presencia de 24 horas y en estado de alerta (las llamadas “guardias” en todas las profesiones, hospitales, policías, bomberos, abogados…), y otras muchas que requieren seguir trabajando de sol a sol (autónomos…), lo cierto es que muchas de las horas que pasamos en el trabajo, son absolutamente “improductivas”. Y lo son por muchas circunstancias, (cansancio, tareas-roba tiempos, rutina)… pero “siguen ahí”, implacables en el tiempo, ocupando nuestros relojes y nuestras vidas.
    Para colmo, para la mayoría de los empresarios, “aquel que más trabaja es el que más horas pasa en la oficina” (los que incluso duermen en la oficina). Hay “jefes” que presumen de que en sus oficinas, los empleados pasan más horas en la oficina que en sus propias casas, lo que les da una especie de “aire de gran familia”. Lo que no aciertan a ver, es que muchas veces “los que incluso duermen en la oficina”, es algo “literal”, de hecho, “sestean delante del ordenador” o pasean incansables de un lado a otro como zombis, o permanecen en sus sitios sin despegarse de sus asientos como estatuas inamovibles, o aparentemente están sumidos en una profunda reflexión sobre su trabajo, tan profunda, tan profunda que incluso a veces les lleva a emitir unos sospechosos ronquidos.
    Pero ¿y nosotros?, pues nosotros, los trabajadores, ciudadanitos de a pie, a veces también medimos a nuestros “contrincantes” por el número de horas que “pasamos golpeando compulsivamente el teclado en las oficinas”. ¡Somos nuestro propio enemigo! En ocasiones nuestro horario de salida se convierte en una especie de “¡a ver quién puede más!” (y estamos con la lengua fuera desde la hora de comer) y en vez de eso tendría que ser un “sálvese quien pueda”.
    Grave error… ¡Si la eficacia laboral se pudiera medir por los resultados y no por el tiempo que dedicamos en la oficina… ¡si pudiéramos conseguir que no se nos juzgara mal por dejar la oficina a las 6 de la tarde, con la tarea bien hecha y así poder dedicarle a nuestras familias, a nuestros hijos, parejas, madres, tíos o primos una tarde de charla y café sin que se nos “fusile con la mirada de aquellos que siguen en la oficina hasta las 9,30 de la noche”.
    Y lo peor de todo, lo más desgarrador de todas las consecuencias, es el impacto que estas interminables jornadas tienen en nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestros hijos. Dejamos de compartir nuestras vivencias “hasta el fin de semana”, nuestros hijos se crían con canguros o con nuestros padres, que se convierten en “padres-abuelos-niñeros”. Los adolescentes son unos desconocidos que habitan en sus dormitorios-trincheras, y nuestra pareja le cuenta al vecino, al amigo o al compañero de trabajo los problemas de comunicación que tiene contigo, cuando tú llegas reventado del trabajo y tu pareja quiere ponerte al día de tu propia familia.
    Y… esta situación además de repercutir negativamente en nuestro trabajo, como una espiral que todo lo arrastra, nos lleva a acuñar un mayor número de separaciones, de divorcios, de depresiones y de enfermedades…
    ¡Qué horror!
    Dicen que grano a grano de arena se hace una montaña. Aquí está mi grano de arena. Ojalá lo consigamos.

  7. Enhorabuena Angel por este nuevo ¡¡¡’nacimiento’!!! me gusta el diseño limpio y claro, la sugestiva cabecera con la Gioconda… puede ser una excelente plataforma de interacción en muchos campos. Hasta prontito.

  8. José Manuel Torrego

    Enhorabuena ante todo Ángel.
    Interesantísimo el tema que propones, podría, de hecho me gustaría alargarme un poco y posiblemente lo haga cualquiera de estas noches próximas. A mí particularmente me preocupa mucho los datos que sobre productividad se citan en distintos medios y son líneas de discusión en debates públicos. Sin embargo no escucho ni las razones reales ni las propuestas oportunas para realizar los cambios que mejoren nuestra productividad. En mi pasado laboral he vivido por muy distintas situaciones: trabajé por cuenta ajena para la Administración Autonómica, por cuenta propia en una empresa de Servicios Sociales y desde hace unos cuantos años como autónomo en el campo musical o la formación. Tuve suerte desde el principio de orientar mi trabajo por los objetivos y no únicamente por el tiempo de una jornada laboral. Tuve la suerte de tener jefas entrenadas en la dirección por objetivos y capaces absolutamente de crear un ambiente laboral plenamente productivo. Trabajábamos muy bien, en ocasiones teníamos que destinar una gran cantidad de horas al proyecto, en otras muchas menos pero encontramos con el tiempo una relación justa entre los objetivos y los recursos utilizados. Trabajaba en Evaluación de Servicios Sociales y mi punto de partida fue siempre los ejemplos que en ese campo se llevaban a cabo en Estados Unidos, Canadá (Québec) o en Alemania. Utilizamos -y permite que lo recomiende- el Marco Lógico. Buscaré la cita…(http://es.wikipedia.org/wiki/Marco_lógico)…como iniciación. Es un sistema de los años 70 de planificación utilizado y standarizado por la comunidad científica para los proyectos de cooperación internacional. Continuara…

  9. Mariana cuenca

    Que ilusión leerte Angel y ver q sigues tan motivado como siempre!!!
    Me ha encantado!
    Q pena q seas del real Madrid ja ja

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